Leña y punto: análisis de las movilizaciones de septiembre

El 25 de septiembre asistimos a una de las concentraciones populares más numerosas y contestatarias de los últimos tiempos. La protesta estaba de algún modo emparentada con el movimiento 15-M en cuanto al carácter ciudadanista, pacifico e inclusivo de la convocatoria, con la particularidad de haber sido promovida de manera menos espontánea y horizontal.

Como resultado, en los días previos ya se habían sucedido divisiones, tanto estratégicas como conceptuales, que habían llevado a una cierta confusión. La Plataforma ¡En pie!, que había participado en la preparación de la protesta desde los inicios, se desligaba de la convocatoria al cambiar el lema de “Ocupa el Congreso” a “Rescata el Congreso”. Lo que en un principio se había planteado como un cierto pulso al sistema, cuyo objetivo era “la dimisión del Gobierno, la disolución de las Cortes y de la Jefatura del Estado” y la “transición hacia un nuevo modelo de organización política, económica y social bajo el paraguas de una nueva Constitución”, pasó a proclamarse como iniciativa pacífica con la única finalidad de “llamar la atención sobre la pérdida de soberanía popular y la supeditación de los poderes públicos a los mercados”. La acción pasaba a enfocarse de manera puramente mediática, y la Coordinadora 25-S, constituida por diversos colectivos de carácter horizontal, daba la espalda a la convocatoria inicial para reorganizarla bajo el nombre “Rodea el Congreso”.

Desde el blog de la Coordinadora se proclamaba la no-violencia y se difundían unos patrones estratégicos encaminados a la “sentada”, y enfocados de manera casi obsesiva a la obtención de imágenes. Sin embargo, las redes sociales llamaban a la participación desde los más diversos puntos de vista, sin atender en muchos casos a esta nueva pauta. Gran parte de la clase política, encabezada por la Delegación de Gobierno en Madrid, trataba de sembrar el pánico advirtiendo de un posible golpe de Estado; hostigando y criminalizando preventivamente a las personas que se reunían en asambleas populares para organizar el acto; y procediendo al desalojo ilegal del CSOA Casablanca. Mientras, los medios de masas hacían su parte del trabajo fomentando la confusión.

Pese a esta política del miedo, miles de personas de diferentes ideologías, edades y bagaje, se dieron cita el 25 de septiembre en las inmediaciones del Congreso, frente a los/as más de 1.300 antidisturbios movilizados al efecto. A pesar de que los/as portavoces de la Coordinadora habían advertido de que no pretendían interrumpir el normal funcionamiento de las Cortes, sino quedarse apostados indefinidamente en los alrededores, desde el principio de la tarde se respiraba un clima de tensión y se producían varios intentos por parte de las/os manifestantes de derribar las vallas que marcaban el perímetro designado por la policía. Los/as agentes, por su parte, se posicionaban agresivamente ante las vallas en lugar de limitarse a defender la posición tras ellas, lo cual contribuía a caldear el ambiente. El resultado fue contundente, en forma de violentas cargas y detenciones aleatorias que se prolongaron hasta bien entrada la noche, con las cargas en la estación de Atocha como colofón.

Nada que no pudiera esperarse de la UIP, con la novedad de que, por primera vez en mucho tiempo, no todo el mundo estaba dispuesto a poner la otra mejilla. Varios grupos e individuos resistieron las cargas y respondieron enérgicamente a los ataques de los antidisturbios, aun cuando algunas/os organizadoras/es o afines a la organización se interponían entre los/as manifestantes y las fuerzas policiales con el fin de devolver el carácter pacífico a la protesta.

Los diferentes objetivos y estrategias no supieron convivir durante la contienda y, en los días posteriores, la falta de autocrítica y la rumorología le hicieron el trabajo sucio al poder, desembocando en la conveniente división interna entre manifestantes “violentos/as” y “no violentos/as”, y en una caza de brujas contra posibles infiltrados/as.

El 26 y el 29 de septiembre, sendas concentraciones se convirtieron en reflejo de cómo esta división había hecho mella en las consignas y en las actitudes. Proliferaban mensajes del tipo de que aquél que llevara capucha era un infiltrado o un violento; se alentaba desde diversas fuentes a aislar y entregar a la policía a quiénes fuesen tapados o presentaran “actitudes sospechosas”; y asistíamos atónitos a nuevas formas festivas de protesta como bailar una conga. Mientras tanto, algunas personas parecían esperar casi con ansia que comenzaran las cargas policiales para poder responderlas, como si el lanzamiento de piedras por sí mismo fuera a dar más sentido a la manifestación. En cualquier caso, unos/as y otros/as parecíamos más centrados en dar validez a nuestra estrategia que en definir un objetivo común. Y el contenido, ya de por sí difuso, de la protesta se fue diluyendo en un mar de vídeos y de lo que los/as convocantes habían calificado como “imágenes-bomba”.

Sin olvidar a los/as más de 60 heridos/as y 35 detenidos/as de aquellos días, lo cierto es que de algún modo el 25-S queda en la memoria como una movilización en la que los métodos, y el debate sobre los mismos, sustituyeron casi por completo a los mensajes y los fines.

Los/as antidisturbios, eso sí, se llevaron una condecoración.

La cuestión estratégica

Como se puede prever que los próximos recortes nos seguirán dando razones para salir a la calle, y el creciente paro nos va a dejar mucho tiempo libre para manifestarnos, creemos que es necesario pararse a analizar las posibilidades de estas movilizaciones, lo que tienen de nuevo y de viejo y cómo ambas cosas se pueden cohesionar para no convertirse en una catarsis colectiva que sustituya a la verdadera acción social. Especialmente de cara a la próxima huelga general, conviene recordar que las protestas son una demostración de que se está llevando a cabo una lucha, y no son de utilidad si carecen de objetivo y suplantan a la lucha en sí misma. La participación en asambleas populares, el apoyo mutuo ante los desahucios, la insumisión frente la discriminación sanitaria y, en definitiva, el posicionamiento diario y directo ante las injusticias, son la muestra efectiva de que se está construyendo un tejido social destinado a enfrentarnos colectivamente a los abusos que se están cometiendo. Las huelgas, los sabotajes, los enfrentamientos en manifestaciones, etc. son también herramientas que pueden servirnos para ganar terreno y medirnos con el adversario, demostrar que somos muchas/os, que estamos enfadadas/os y que no se lo vamos a poner tan fácil; pero si estas acciones carecen de concreción pueden llevarnos al desgaste.

Aún asumiendo que en unas pocas páginas no se puede abarcar el asunto en toda su complejidad, y que la objetividad total es imposible, vamos a intentar recoger  diferentes posturas para fundamentar un debate que nos aleje de la división interna y nos pueda ser útil en el futuro.

Para empezar, hay que asumir que estamos asistiendo a un tipo de protestas que tienen un gran poder de convocatoria, pero no se caracterizan porque los asistentes tengan un objetivo común. Guste o no, entre esos miles de personas hay demócratas que sólo quieren un cambio de gobierno, reformistas que buscan modificar el sistema electoral o la constitución, republicanos que quieren que caiga la monarquía, anarquistas que cuestionamos el sistema desde sus cimientos, e incluso partidos que buscan sacar tajada de la situación y fascistas que ansían ser la versión española del griego “Amanecer Dorado”. El número de asistentes no se corresponde con el número de personas que comparte un mismo fin. La convocatoria actúa como catalizador del malestar social, pero las pautas y los objetivos dados por los convocantes no satisfacen las expectativas de muchos de los asistentes. Lo que nos une a muchos/as es que nos rebelamos ante una injusticia, y ansiamos parar lo que otros nos están haciendo.

Dicho de otro modo, lo que hace que las movilizaciones estén siendo multitudinarias no es el objetivo común, sino la solidaridad ante un enemigo común. Por simplificar, y porque realmente creemos que posicionarse es algo básico antes de emprender una lucha, vamos a referirnos a ese enemigo como ellos/as y al resto como nosotros/as.

Ellos/as saben perfectamente quiénes son y lo que quieren, pero nosotros/as no lo tenemos tan claro. Esa es nuestra desventaja. De algún modo se ha extendido la idea de que las clases sociales ya no existen, y que somos todos/as ciudadanos/as con las mismas posibilidades y necesidades. Al margen de esta victoria lingüística, la realidad sigue siendo que vivimos en una sociedad de clases y que alimentamos un sistema pensado para que los/as ricos/as sean cada vez más ricos/as y, como consecuencia, los/as pobres cada vez más pobres (de un tiempo a esta parte ya ni siquiera se molestan en intentar ocultarlo). Los partidos políticos, sean del tinte y del tamaño que sean, cuando alcanzan el poder, están al servicio de ese sistema capitalista. Legislan y distribuyen de modo que no resulte alterado. Los medios de comunicación son empresas que, como tales, también nutren y se nutren del beneficio económico y político, por lo que no hacen un servicio al público, sino a los intereses de sus propietarios. Y, por último, las fuerzas de seguridad son es ese brazo armado que necesitan para proteger las leyes que ellos/as han creado para blindar su estatus (no se puede cambiar el sistema porque el sistema dice que la ley dice que no se puede cambiar el sistema…).

Así que, simplificando, de un lado están los/as propietarios/as de los medios de producción, inversores, especuladores, etc; los/as políticos/as; los medios de comunicación de masas; y las fuerzas de seguridad. Sus armas básicas son la propagación del miedo, el monopolio de la violencia y la impunidad.

Del otro lado estamos nosotros/as: los/as que producimos y consumimos. La clase trabajadora de toda la vida que se está quedando sin trabajo, y la clase media de hace poco que se está quedando sin capacidad adquisitiva. Gente que se define como “recién despertada” se ve luchando por sus necesidades básicas mano a mano con quienes llevan años padeciendo las mismas injusticias y movilizándose por sus derechos.

Una dificultad inicial radica en reconocerse como iguales. La solidaridad sería la principal arma a tener en cuenta para evitar esa división interna con la que el poder dinamita los movimientos sociales. Actualmente, esta división se fundamenta en gran parte en las diferencias estratégicas. Y aquí entra en juego otra baza del enemigo: la manipulación de la historia. Convenientemente, se oculta a la memoria colectiva los capítulos de las luchas populares que pudieran ser útiles para aprender sobre el funcionamiento y la efectividad de ciertas formas de lucha. Por otro lado, se ensalzan aquellos hechos que fomentan la docilidad o la inocuidad del pueblo. Así, es normal escuchar como modelo a seguir una Revolución de los Claveles pensando que de verdad se hizo con flores en lugar de con armas, o las luchas no violentas de Mandela o Ghandi, obviando el grupo armado al que pertenecía el primero o las expropiaciones, huelgas salvajes y descarrilamientos de trenes que se asocian a la causa del segundo.

Pacifismo, no-violencia y fetichismo de la violencia

El pacifismo, tal y como fue ideado, es el conjunto de doctrinas políticas que están en contra de la guerra entre naciones. Tienen su origen en el internacionalismo obrero y en la idea de que las guerras son un producto de las luchas de poder entre los/as explotadores/as, que se valen de los/as oprimidos/as para llevarlas a cabo. En síntesis, se basaría en el famoso slogan “ni lucha/guerra entre pueblos, ni paz entre clases”.

No actuar ante una situación de violencia no te convierte en pacifista, al contrario. Del mismo modo, contener la respuesta ante una agresión, favorece al agresor. Esto es lo que se hace, por ejemplo, cuando en una manifestación se insta a toda costa a no responder los ataques de los antidisturbios.

Por otro lado, la no-violencia como estrategia tampoco consiste a priori en negar la confrontación del conflicto y poner la otra mejilla, sino en buscar una fuerza de lucha creativa. Para que esto influya en un cambio, debe ser efectiva. En principio, se basa en la idea de que es moralmente inaceptable hacer daño, aunque sea útil para conseguir un fin; sin embargo, pierde efectividad cuando se extrapola del daño personal a cualquier transformación abrupta de la realidad (rotura de objetos, huelga, irrupción en un lugar, etc.) Es decir, cuando se traduce en “pasividad”. Incendiar un contenedor y utilizarlo como barricada para contener a la policía, puede servir en un momento dado para evitar decenas de heridos/as y detenidos/as, sin necesidad de hacer daño a nadie. Por el contrario, sentarse y dejarse aporrear, huir cuando están pegando a otras/os, o pararse a hacer una foto en lugar de ayudarles, puede causar más sufrimiento físico y emocional.

Actualmente, las estrategias pacíficas están ligadas a una fuerte dependencia de la imagen o la credibilidad del movimiento, en ocasiones supeditando su efectividad real al número de “followers”, “me gusta” o de asistentes. Si bien es en parte lógico intentar que se tenga una imagen social buena de un movimiento, lo cierto es que esta imagen está a merced de la manipulación de los hechos que hagan los medios. Aunque las nuevas redes pretendan cambiar esto, sigue habiendo una gran parte de la sociedad que sigue la actualidad a través de los canales convencionales. La credibilidad de un movimiento puede depender más de sus victorias y de su coherencia (la propaganda por el hecho) que de la imagen que pretenda dar de sí mismo.

Con esto no queremos decir que deban ignorarse sistemáticamente las pautas de la organización ni hacer de la violencia un fetiche, encontrando en los destrozos y desafíos a la UIP la única razón de ser de una manifestación. Tampoco justificamos que ningún grupo pretenda erigirse en vanguardia, introduciendo la violencia en la ecuación sin hacer un esfuerzo para que ésta sea comprendida. Enfrentarse a la policía, de por sí, se explica por la necesidad de desahogar la frustración y la impotencia ante lo establecido; pero creemos que es necesario dosificar estas contiendas y dotarlas de un carácter estratégico, destinado a protegernos, proteger a otros/as o alcanzar ciertos objetivos.

Los antidisturbios están mejor preparados física y materialmente y tienen a la ley de su parte. Aparte de los/as detenidos/as y heridos/as, se desvía de la atención del verdadero problema. Si bien la policía está al servicio del enemigo, y hay pruebas suficientes de la dudosa calidad “humana” de la mayoría de sus miembros, son un ente que actúa a instancias de otro ente superior (la delegación del Gobierno es el organismo que ordena las cargas), que no responde tanto a las llamadas “provocaciones” o a al carácter con que hayan sido concebidas las movilizaciones, sino a las directrices que les sean dadas. El objetivo final de una lucha no debería ser sólo desahogar la ira existente hacia ellos/as, sino rebasarlos para poder enfrentarnos a quienes los utilizan como parapeto.

Las/os infiltradas/os

Siempre ha habido agentes infiltrados/as en las manifestaciones y siempre los habrá. La prudencia, el mantenerse junto a personas conocidas durante las cargas, etc. son factores a tener en cuenta; pero no estaremos más seguros/as creando estereotipos y fomentando la paranoia, señalando a cualquiera que nos parezca sospechoso/a, y mucho menos entregando a compañeros/as a la policía. Muchas personas se cubren el rostro por razones de seguridad, intimidad, porque ya han sido detenidas en otras ocasiones, etc. No por ello son infiltrados/as ni tienen que estar sometidos/as a un juicio colectivo.

No es fácil, pero si los medios no se confunden con los fines, diferentes tácticas pueden hacerse convivir, y darán mejores resultados cuanta mayor comprensión haya de los objetivos y los medios disponibles; cuanto mayor debate y planificación; cuanta mayor puesta en práctica en el día a día de nuestras ideas. En cualquier caso hay una lucha en marcha, de eso nadie tiene duda, aunque no haya encontrado aún la manera de asimilar toda su fuerza colectiva. Se hace camino al andar… (Fuente: http://www.todoporhacer.org/lena-y-punto-analisis-de-las-movilizaciones-de-septiembre)

El día 14N y 15N Volvemos a Tomar las Calles y a Ocupar el Congreso. Plataforma ¡En Pie! – Movimiento #25S

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14 respuestas a Leña y punto: análisis de las movilizaciones de septiembre

  1. Joaquín dijo:

    Suscribo el artículo letra por letra. Seguid así.

  2. Paquita la del Barrio dijo:

    Es sencillamente perfecto!

  3. BRK dijo:

    Está genial el artículo, fantástico, muy bien redactado y buen fondo.
    A pesar de no identificarme en absoluto con el anarquismo como vosotros, me ha gustado mucho el texto y me gusta vuestra posición respecto al movimiento.
    Adelante

  4. Angel dijo:

    Buenisimo analisis,puntualizando que no es propiedad de los anarquistas,la destruccion del sistema,yo no lo soy y no abogo por reformar la mierda,todo lo contrario,mientras exista el sistema,no se podran hacer cambios profundos.Y puntualizar,que el enemigo no solo es el fascismo y sus componentes represoraes,si no la socuialdemocracia metida en los movimientos populares,para frenarlos,ablandarlos y desviarlos del objetivo final.

    • AP dijo:

      Es un excelente artículo, y lo suscribo completamente, pero yo haría dos matices y un comentario.

      El primer matiz es que a la hora de hablar de la Plataforma EN PIE y de la Coordinadora siempre hay que tener en cuenta una cosa: La Coordinadora surge para que los distintos colectivos puedan reunirse y discutir en asambleas públicas. Esta metodología de trabajo, con todos sus defectos, ha sido la que ha hecho posible que personas que de otra manera no habrían podido organizarse, estén en este momento en contacto desde diferentes localidades de España, participando en la preparación de un proceso que cada día atrae a más gente que puede organizarse dentro de esta Coordinadora. Este factor es tan simple como importante, porque mientras que en la Plataforma EN PIE las reuniones no han tenido un carácter público, el hecho de que la Coordinadora sí las tuviera ha producido el encuentro de un conjunto de individuos y colectivos comprometidos con la misma causa por la que también se lucha desde EN PIE. A día de hoy, el buen funcionamiento de la Coordinadora para este fin es de una importancia vital, dado que todos estos colectivos e individuos, de desaparecer la Coordinadora, no podrían organizarse mediante el mecanismo de reuniones de la Plataforma EN PIE, que ha optado por restringirlas a un método de reunión en privado, con pocas posibilidades de permitir la participación activa del notable número de personas que sí lo están haciendo en la Coordinadora. Ambas maneras de organizarse son válidas, pero ambas tienen defectos que la otra no tiene. Pero a mi modo de ver es preferible afrontar la dinámica de las asambleas públicas, con el fin de reunir fuerzas. Como resultado de esto no sólo se han puesto en contacto personas de diversas localidades que persiguen los mismos fines que defiende la plataforma EN PIE; también ha aumentado la elasticidad de este movimiento, llegando a cubrir convocatorias como la de los desahuciados, con Rodea Bankia.

      Al margen de este importante matiz que diferencia entre otras cosas a la plataforma EN PIE de la Coordinadora, hay otro no menos importante que refuta una aserción del artículo con la que no estoy de acuerdo.

      Al contrario de lo que opina el redactor y la propia Plataforma EN PIE, la Coordinadora no es cierto que haya dejado de exigir la dimisión del gobierno, la destitución de las Cortes, y la apertura de un Proceso Constituyente. Muy al contrario, persigue estos mismos fines, y los propios miembros de la Plataforma EN PIE, podrían haberlo comprobado al ir a las manifestaciones de Rodea el Congreso, porque allí podrían haber visto que en las pancartas de la Coordinadora se leía perfectamente: DIMISIÓN, PROCESO CONSTITUYENTE. Pancartas de un tamaño considerable difíciles de no localizar, aún teniendo miopía. Además, si quienes hacen esas aseveraciones se pasearan por el blog de la Coordinadora o escucharan hablar a sus miembros, se darían cuenta de que la respuesta ante la cuestión sobre cuáles son los objetivos marcados por Coordinadora esta sería la misma que esgrime la Plataforma EN PIE.

      Por lo tanto, la diferencia entre Plataforma y Coordinadora es una diferencia de método y estrategia, pero no de objetivos,

      Y ahora escribiré sobre la estrategia:

      En el artículo se critica sobre todo la estrategia. Mi valoración de esa crítica es positiva, y felicito a su redactor por el análisis, ya que también nos servirá a los miembros de la Coordinadora para reflexionar. Pero me planteo una duda.

      Leyendo el artículo me da la extraña sensación de que la crítica se centra en los errores cometidos por las movilizaciones convocadas por la Coordinadora (y ya matizaré a qué se le puede llamar a error y a qué no), como si el día 25 no hubiera hecho la convocatoria la Plataforma EN PIE también. Es decir, a pesar de lo brillante que es el artículo, yo no veo que se plantee en ninguna parte otra cuestión fundamental que tiene que ver mucho con el juicio que se hace sobre aquellos días: ¿por qué la Plataforma EN PIE tampoco ha conseguido sus objetivos ni el seguimiento que pretendía conseguir tal como sus miembros lo entienden? Esta es la pregunta que no se formula en el artículo, y es evidente la razón por la que no se formula. Sin embargo, me parece que no ayuda a nadie que no se refleje también esta cuestión en en análisis de la realidad. En vez de actuar como si fuera la oposición del gobierno, atribuyendo todos los errores a la Coordinadora, a mi modo de ver los miembros de la Plataforma en PIE podrían analizar por qué razón la movilización no tiene el carácter que ellos y ellas hubieran deseado que tuviera. De esta manera sería más fácil entender que el día 25 no haya habido suficientes personas dispuestas a pernoctar allí en tiendas de campaña. ¿Alguien vio algún comunicado de la Coordinadora en el que se dijera que no se apoyaría esa acampada? No, porque no lo hubo. Desde la Coordinadora sencillamente se hizo la valoración de que este día pasaría lo que finalmente pasó, y que por lo tanto lo más probable es que no hubiera fuerzas para quedarse a dormir. Pero la Coordinadora nuca se opuso a hacer esa acampada y se reservó el derecho a actuar conforme a las fuerzas que fueran desplegadas. Si esas fuerzas hubieran sido tales como para resistir la embestida de los antidisturbios la Coordinadora habría defendido esa resistencia en bloque. Por lo tanto, ¿acaso no podrían haber optado por acampar allí todas las personas que fueron convocadas por la Plataforma EN PIE? ¿El hecho de que eso no se pudiera hacer, y no hubiera un seguimiento real, es consecuencia de algún impedimento impuesto por la Coordinadora que tenga que ver con la coacción o la oposición manifiesta hacia esa estrategia? La respuesta es no. La Coordinadora sencillamente sintonizó con el estado de las fuerzas reales, y propuso la opción de repetir las acciones, en previsión de que no hubiera fuerza suficiente como para aguantar el ataque de la policía. Y definitivamente, creo que no nos queda más remedio que admitir que DE MOMENTO esa fuerza no existe, y cualquier persona puede darse perfectamente cuenta de ello. Por esa razón, y no otra, los acontecimientos se han sucedido de una forma distinta a la prevista por la Plataforma EN PIE, y no creo que esta sea razón suficiente como para emitir continuamente comunicados en los que se achaca a la Coordinadora la culpa de todos los males, expresándose con sentencias que, como ya he explicado antes, eluden la autocrítica. Será que no se pueden autocriticar porque la Coordinadora es la única organización que se ha ocupado desde el día 25 de movilizar, de difundir (difusión que, a parte del twitter, se ha hecho con más de 30.000 panfletos, repartidos en manifestaciones, en el metro, en la calle) de invitar a más colectivos, de hacer públicas las reuniones para que pudiera acudir y participar cualquier persona aún a riesgo de ser identificados, de descentralizar la lucha, reuniéndose con asambleas del barrios del 15M, con colectivos de otras localidades, con los propios miembros de la Plataforma EN PIE, con los sindicatos del BU y HQPLP Y CGT para apoyar la huelga General, con Toma la Huelga, con Ágora 99, con los desahuciados, etc…

      ¿Pues no podría reconocer todo este trabajo la Plataforma EN PIE, como la Coodinadora ya ha reconocido completamente que la Plataforma EN PIE fue el mechero que le prendió fuego al movimiento? ¿No sería posible que en lugar de hacer sesudos análisis sobre los defectos de la Coordinadora, se animara a unir fuerzas otras vez?

      Y aquí voy a hacer mención de los «defectos».

      ¿Qué defectos?

      En el artículo se le atribuye a la Coordinadora la responsabilidad de que en las manifestaciones se hagan congas. Y yo me pregunto, ¿no será que esas congas las organizan los manifestantes por su cuenta? Comprobando que la Coordinadora no ha enviado comunicados que anime a los manifestantes a hacer congas y batukadas, yo creo que en vez de deducir que seguramente aparezcan congas porque todos los convocantes de la Coodinadora deciden por unanimidad ponerse en la primera flia a bailar, es más sensato pensar que sencillamente son los manifestantes los que toman la decisión de ir con tambores a las manifestaciones y que el sonido de esos tambores, por sorprendente que pueda parecer, hace a algunos seguir el ritmo y bailar. Por lo tanto esa crítica es estéril si va dirigida hacia los convocantes.

      En cuanto a los defectos que se refieren al carácter mediático de la movilización, estoy de acuerdo. Para bien, o para mal, la movilización es mediática. Pero me gustaría que me explicaran cómo podría hacerse de manera no mediática cuando la mediación depende de los medios de comunicación de masas.

      Sobre los defectos de la autodefensa. Con toda la difusión mediática que ha tenido la Coordinadora 25S, en las reuniones de la Coodinadora, pese a que la gran mayoría de sus miembros se ha manifestado de acuerdo con la idea de que a nadie le gusta ni ver ni recibir palizas, solamente 5 personas se han mostrado dispuestas a movilizarse para hacer escudos de metacrilato y talleres de autodefensa. Entre los cinco pesan 300 Kg, unos 60 Kg de media. Estos cinco, sumados a los 11 que componen la Plataforma en Pie son 16 y eso hacen 960 Kg. Esa es la autodefensa.

      Pero enfrente están los DE la otra parte, que es la parte de la que nos tenemos que defender, compuesta de 1600 antidisturbios, que a 100 kg por cabeza más los 10 que pesa el uniforme, son 176.000 Kg armados con escopetas de bolas de goma, porras, caballos y camiones antidisturbios, desde los que si las cosas se ponen muy feas, nos pueden enchufar con mangueras de agua a presión.

      Se trata de hacer cuentas, y no de pedirle peras al olmo.

      Yo si pegaran un porrazo a alguien trataría de defender a esa persona, a no ser que en el momento preciso me pase lo que le suele pasar a quien no tiene experiencia en la batalla, y que mis piernas reaccionen de manera imprevisible, o bien, paralizándose, o bien, corriendo en dirección contraria. No lo sé, ni lo podré saber hasta que me toque vivir esa situación. Pero aunque pensara que mi actuación sería la de proteger a los demás, aún así, conociendo lo que suele ocurrir en estos casos, por mucho que de repente intentaran resistir el 20% de las personas (y ya serían muchas) el resultado sería la derrota. Conociendo que para los presupuestos del Estado se ha incrementado en más del 1000% el gasto en material antidisturbios, creo que la Plataforma EN PIE haría bien en replantearse cómo organizar la autodenfensa para ganar la batalla, y no solo para perder igualmente, con la única diferencia de, o bien ser detenido sentado, o bien ser detenido luchando. Y aunque una cosa suena mejor que la otra, si TODAVÍA no hay suficiente fuerza como para ganar peleando, que me digan los miembros de la Plataforma para qué sirve plantear un escenario de lucha física, cuando de antemano se puede suponer con un simple cálculo que no habría mayor celebración después de la batalla, que la condecoración con una medalla al valor a todos aquellos que fueran derrotados y detenidos luchando, medallas que ellos mismos, los miembros de la Plataforma EN PIE, hoy por hoy no podrían lucir (¿o me equivoco?), a no ser que fueran medallas al valor de la imaginación.

      Salvo estos matices que he tratado de explicar, el resto del artículo me parece impecable. Lo he leído atentamente y lo suscribo.

      Yo apuesto por la victoria, pero vamos a intentar contar las fuerza fuerzas que tenemos para organizarnos y ganar contra ellos/ellas.

      Un saludo

  5. Ferrer dijo:

    Magnifica reflexión! este es el camino chicxs, poco a poco sin pausa haremos el camino, apoyandos mutuamente entre todxs y comprendiéndonos, muchísimos ánimos y recordad siempre que sois más de los que estáis. No van pasar!! Salud chicxs!!

  6. Minerva dijo:

    Ojalá más gente se contagie del sentido común que se desprende del artículo. Porque es eso: sentido común.

  7. Maria Pilar Gutierrez dijo:

    sostengo que la violencia no debe ir contra las personas ni los bienes publicos. OTRA COSA ES FASTIDIAR UNA TIENDA DE ZARA, UN PONÉ, es decir los bienes privados. HOY HAN INCENDIADO UNA SUCIRSAL BANCARIA EN BURGOS, PREVIO HACER SALIR ANTES A TODAS LAS PERSONAS PARA QUE NADIE RESULTARA HERIDO O CHAMUSCADO, CONDUCTA ENCOMIABLE. EL AUTOR ESTA EN PRISION, DONDE NO ESTARA MUCHO TIEMPO. SI ESTO OCURRIERA UN DÍA EN ESTE PUEBLO DE ESTA PROVINCIA, Y AL DÍA SIGUIENTE EN OTRO PUEBLO DISTINTO DE OTRA, DE MODO QUE NO PUDIERAN VIGILARSE TODAS, OTRO GALLO CANTARÍA… ANTE LA VIOLENCIA DE EMPUJAR A UN HIPOTECADO A TIRARSE POR LA VENTANA, ESTO NI ES VIOLENCIA NI ES NÁ…

  8. EVABADALONA dijo:

    Los gobernantes están legitimados por el voto a hacer las políticas que mejor entiendan para la mejora del bien común, pero si para llevar éstas a cabo han de reprimir las protestas de los ciudadanos que se manifiestan en contra de ellas con la fuerza, entonces sus políticas son ilegítimas y no se pueden llevar a cabo, no se pueden aplicar porque son ilegales, nuestra presencia las hacen ILEGALES E ILEGÍTIMAS, deben de retirarse y suspenderse.
    Son ilegales porque los ciudadanos en las manifestaciones en una y otra vez, decimos que no las aprobamos, que hay otras soluciones, que queremos se nos escuche, que hay otras políticas, que somos soberanos, que somos el pueblo y somos quienes decidimos.
    Solo aquellas políticas que los ciudadanos aún sin ser de nuestro agrado obedecemos y cumplimos voluntariamente son legítimas.
    QUEREMOS UNA RENTA BÁSICA PARA LAS FAMILIAS.
    QUEREMOS UNA BANCA PÚBLICA CON CARCTER DE URGENCIA
    QUEREMOS EL DERECHO A LA VIVIENDA A PAGAR CON UN % DE NUESTROS INGRESOS
    QUEREMOS LA NACIONALIZACIÓN DE NUESTRAS EMPRESA HOY PRIVATIZADAS
    QUEREMOS LA INVERSIÓN DEL 25% DEL PIB PARA GASTOS SOCIALES.
    QUEREMOS IGUALDAD Y HONRADEZ, DE UNA VEZ, JODER.
    QUEREMOS QUE SE CUMPLA EL DERECHO A LA SANIDAD A LA EDUCACIÓN GRATUITA Y QUE SE CUMPLA EL DERECHO AL TRABAJO SEGÚN LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA.

  9. Joaquín dijo:

    Parece que la coordinadora intenta enderezar el rumbo convocando a rodear el congreso de manera ininterrumpida durante la noche del 14 al 15. Creo que es el momento de sumar esfuerzos. Si todos ponemos de nuestra parte el 14N puede convertirse en la jornada histórica que nunca llegó a ser el 25S. Los ingredientes están ahí, solo hay que combinarlos de manera efectiva. Si bien soy muy crítico con la coordinadora, creo que la ocasión merece dejar a un lado diferencias y luchar (cada uno a su manera) contra el poder establecido.
    Sería interesante aglutinar el mayor número de colectivos en Neptuno ese día, hay tiempo de lograr algo histórico, Adelante.

  10. Salvador dijo:

    …y es que los humanos estamos convirtiendo el paraiso en un infierno, que ambicion tan desmedida, si necesitaramos menos no nos someterian de la manera que lo hacen.. podemos vivir con mucho menos, las prioridades son individuales, la revolucion esta en todos nosotros, caminemos !en pie!, 14N Huelga General!!

  11. Joaquín dijo:

    Al final otra oportunidad perdida el 14N… o se empiezan a llevar a cabo acciones deslocalizadas y diseñadas para evitar el choque directo con la policía al más puro estilo guerra de guerrillas o no hay nada que hacer. Hay que combatir a esas fuerzas represoras aprovechando sus limitaciones. Posiblemente grupos de 2 o 3 personas dispersadas por toda la ciudad puedan generar más temor al poder que todo un frente en Neptuno. Hay que rediseñar el concepto de protesta.

    • Minerva dijo:

      Lo que está claro es que no les va a atemorizar que se sienten 30 personas en la plaza, ahí, quietecitas… Si realmente se hubiera conseguido movilizar a una parte muy importante de la que fue a la manifestación oficial para ir a Neptuno y pasar allí la noche otro gallo hubiera cantado… A parte de las formas, la cantidad también es importante. Muy importante (de ahí que manipulen las cifras). Tienen miedo. No os quepa duda. Si la protesta es pacífica, la demonizan igualmente en los medios y se blindan para protegerse del pueblo como si fuera a estallar una guerra… ¡Eso mientras ha sido todo pacífico!
      Pues que sigan por ahí, que sigan machacando a la gente, que lo único que consiguen que se justifiquen solas las barricadas y que se quemen sucursales bancarias… (a más de uno se le habrá puesto una sonrisita viendo saltar los cristales del Santander, seguro).
      ¿Alguién se cree que han sido hichas del Rayo Vallecano los protas de las acciones violentas?
      No es gente que está hasta los güevos, no… «España no es Grecia».
      Hay una cosa que a mí me inquieta, quizás por falta de información. Hace un año yo creía que en Grecía habría algún tipo de golpe de estado y no lo hubo, porque hubo las elecciones. Y ante lo que está pasando, yo hace tiempo que juraría que tendría que haber estallado una revolución. Por un simple mecanismo social de defensa, tal y como la Historia nos enseña. ¿Qué pasa? ¿por qué no ha habído ya una revolución? No me refiero a revueltas callejeras, sino a algo más organizado… ¿qué me estoy perdiendo? ¿acaso no está justificado? Seguro que se está intentando algo, pero ¿por qué no funciona? ¿qué demonios está pasando? Cuándo tanta gente ha perdido su medio de ganarse la vida, y ya ha perdido hasta el miedo a las multas y a los golpes en la calle… De verdad, no lo entiendo. Eso, o tengo una idea muy equivocada de lo que hay.
      Tal vez deberíamos estudiarnos bien a los vecinos, qué mecanismos son los que anulan una revolución que (bajo mi punto de vista) está ahí latente, esperando el momento oportuno, pero no avanza. Nos miramos en el espejo para ver lo que nos espera y las reaciones son similares (obviamente)… Pero quizás haya que buscar otra estrategia, cmo dice Joaquín, antes de que sea demasiado tarde.
      Llega un momento que ni protestas hippifowers ni ropefarolas porque sí. Usar la cabeza y actuar, con un sentido y en una dirección, con tesón. Al fin y al cabo, yo ya veo que esto es una puñetera guerra (que han iniciado ellos) y hay que diseñar una estrategia de autodefensa que nos libre de ser sus esclavos.
      No creo que lo estemos haciendo mal, de verdad. Yo creo que la trayectoria de los movimientos sociales que vemos en España van en consonancia con lo que nos está pasando… Pero no hay que ir en consonancia, hay que ir por delante y plantarse. Ponerles una «valla» sólida delante de las narices que ponga «HASTA AQUÍ HABÉIS LLEGADO».
      Sí, es más fácil de decir que de hacer…

  12. Mikel dijo:

    Perfectamente explicado! animo compañeros.
    Lo de la coordinadora es patético, ahora se ve lo que todos anunciábamos desde hace tiempo, se rompe por movidas internas.

    Personajes como teclista & co. que van de listas metiéndose en todos los saraos y arrimándose siempre a la movida que les de protagonismo individual, entorpecen la lucha de todos.

    caminemos !en pie!

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